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—A buena fe, señor —respondió Sancho—, que no hay que fiar en la descarnada, digo, en la muerte, la cual tan bien come cordero como carnero [64]; y a nuestro cura he oído decir que con igual pie pisaba las altas torres de los reyes como las humildes chozas de los pobres [65]. Tiene esta señora más de poder que de melindre; no es nada asquerosa: de todo come y a todo hace [66], y de toda suerte de gentes, edades y preeminencias hinche sus alforjas. No es segador que duerme las siestas, que a todas horas siega, y corta así la seca como la verde yerba; y no parece que masca, sino que engulle y traga cuanto se le pone delante, porque tiene hambre canina, que nunca se harta; y aunque no tiene barriga, da a entender que está hidrópica y sedienta de beber solas las vidas [67] de cuantos viven, como quien se bebe un jarro de agua fría.
—No más, Sancho —dijo a este punto don Quijote—. Tente en buenas, y no te dejes caer [68], que en verdad que lo que has dicho de la muerte por tus rústicos términos es lo que pudiera decir un buen predicador. Dígote, Sancho, que si como tienes buen natural y discreción [69], pudieras tomar un púlpito en la mano y irte por ese mundo predicando lindezas.
—Bien predica quien bien vive —respondió Sancho—, y yo no sé otras tologías [70].
—Ni las has menester —dijo don Quijote—. Pero yo no acabo de entender ni alcanzar cómo siendo el principio de la sabiduría el temor de Dios [71], tú, que temes más a un lagarto que a Él [72], sabes tanto.
—Juzgue vuesa merced, señor, de sus caballerías —respondió Sancho—, y no se meta en juzgar de los temores o valentías ajenas, que tan gentil temeroso soy yo de Dios como cada hijo de vecino. Y déjeme vuestra merced despabilar esta espuma [73], que lo demás todas son palabras ociosas, de que nos han de pedir cuenta en la otra vida [74].
Y diciendo esto comenzó de nuevo a dar asalto a su caldero, con tan buenos alientos, que despertó los de don Quijote, y sin duda le ayudara, si no lo impidiera lo que es fuerza se diga adelante.
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[64] ‘tanto mata a los jóvenes como a los viejos’; otra forma del refrán en II, 7, 680, n. 23.
[65] Nueva alusión al Pallida mors horaciano, muy grato a C. (I, Pról., 14, n. 57).
[66] ‘a todo se acomoda’; no es nada asquerosa: ‘no le hace ascos a nada’.
[67] ‘únicamente las vidas’.
[68] ‘Anímate y no te dejes vencer’.
[69] natural: ‘disposición natural’.
[70] ‘teologías’, ‘sutilezas’; es vulgarismo.
[71] Sentencia que aparece repetidamente en la Biblia (II, 42, 970, n. 17).
[72] El lagarto es figura alegórica de la cobardía.
[73] despabilar: ‘acabar rápidamente’.
[74] La frase procede del Evangelio de San Mateo, y se ha hecho proverbial.
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Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, segunda parte, capítulo XX, Donde se cuentan las bodas de Camacho el rico, con el suceso de Basilio el pobre.
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Edición de Don Quijote en internet, dirigida por Francisco Rico: http://cvc.cervantes.es/obref/quijote/edicion/default.htm
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lunes, 10 de noviembre de 2008
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