miércoles, 30 de abril de 2014

John Gray, "Las dos caras del liberalismo" (2001)


"Estamos llamados a elegir el tipo de vida que queremos tener sin saber qué experiencias pueden resultar de esas opciones.

Tales elecciones radicales se manifiestan como crisis en la vida ética, no como episodios normales de ella. Sin embargo, a medida que son más las personas que pasan a pertenecer a varios modos de vida, las elecciones de largo alcance de este tipo tienden a ser más frecuentes. Personas cuyas identidades están configuradas por varios modos de vida deben intentar resolver sus demandas conflictivas. […] A medida que hacen estas elecciones, las personas configuran nuevas identidades por sí mismas, a menudo de maneras que no pudieron haber previsto.

La idea de crearse a sí mismo a partir de elecciones no debería confundirse con la noción subjetivista de la primacía de las preferencias personales. Las identidades que los sujetos humanos eligen por sí mismos son respuestas a dilemas no elegidos. La creación de uno mismo nunca es ex nihilo. Ni siquiera nuestras elecciones más radicales son la expresión de preferencias puramente subjetivas.

Hay seguramente un sentido en el que nuestros dilemas más radicales sólo pueden resolverse mediante una decisión. Sin embargo, los contextos en los que tomamos tales decisiones no son elegidos, sino dictados por el destino. Además, aunque lo que una persona afronta es una elección del ser que pretende ser, es posible que el resultado de su elección sea uno que no habría elegido.

Alguien cuya identidad ha sido configurada por formas de vida que han llegado a plantearle demandas irreconciliables sólo puede resolver su dilema mediante unacto de voluntad. Pero ni las circunstancias que dan lugar a su dilema ni las experiencias que resultan de su elección se determinan por lo que él quiere. A medida que diferentes sujetos humanos resuelven tales dilemas de maneras diferentes, nuevas identidades y valores se configuran a partir de las identidades y valores heredados del pasado.

[…]

No se puede hacer una lista definitiva de las condiciones que ponen en peligro una vida humana que merezca la pena vivirse. Aun así, ser torturado o forzado a ser testigo de la tortura de personas amadas o compatriotas, ser separado de los amigos, de la familia o del país, ser sujeto a humillación o persecución o amenazado con el genocidio, estar encerrado en la pobreza o en una mala salud que se podría evitar…, todos éstos son grandes males para todos los que los sufren. Si una concepción del bien no incluye estas experiencias, es defectuosa y hasta engañosa.

Los relativistas, subjetivistas, y escépticos que piensan que una modificación de las prácticas o creencias morales puede alterar nuestro juicio sobre estos males universales han olvidado una verdad hobbesiana fundamental. Cambiar nuestras creencias sobre nosotros mismos no cambia nuestras necesidades. Los seres humanos no están hechos de sus opiniones. Todo ser humano corre el riesgo de sufrir males que pueden hacer que cualquier tipo de buena vida le resulte difícil o imposible."


John Gray, Las dos caras del liberalismo. Una nueva interpretación de la tolerancia liberal. Barcelona: Paidós, 2001.